Lunes, 07 Marzo 2016 00:00

Iron Maiden: El Show Prometido

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Un día de los primeros de marzo leo en una cuenta de Twitter que ya había aterrizado el avión Ed Force One, pilotado por el vocalista de la banda, Bruce Dickinson, en suelo mexicano. En medio del tedio del trabajo, decidí tocar la canción “Aces High”, que por cierto no estuvo incluida en el setlist de este The books of souls tour 2016.

 

El 5 de marzo en medio de la dispar estructura del Palacio de los Rebotes, con fuego e inflables old school en el escenario y rodeado de miles de creyentes (como debe de ser), pude por fin contemplar el que Iron Maiden es más que la banda, es un credo; una especie de religión con mayor vigencia que muchas de las oficiales, una banda que se mantiene vital en la escena a pesar de los años y las nuevas tendencias.  

La primera vez que quise ver a Iron Maiden fue en el 2004, yo iba en la preparatoria y en un día soleado cualquiera caminaba con una novia llamada Aleberta por Coyoacán. No sé cómo me percaté de un montón de carteles de la gira 'Til I'm Dead Tour” de Maiden pegados en los postes de luz, lo cual me puso como una chiquilla de 11 años a la que le fueron a comprar unos patines nuevos. Mi (en aquellos días) novia rompió la epifanía diciendo algo como “qué asco, ni quién quiera ver a esos abuelos pasados de moda” y yo la miré con los ojos humedecidos. Ella toda una chica electro tenía razón y al final la banda canceló su paso por nuestro país con ese tour y me quedé con las ganas, vestido con chamarra de piel y alborotado con mi cabellera larga de los 17 años. Posteriormente la falta de dinero y el inicio de la vida de estudiante universitario me alejarían en más de una ocasión de ver a uno de mis grupos preferidos de toda la vida. Tendrían que pasar muchos años hasta que se lograra el encuentro.

En época actual, tras la invitación generosa del Eleuterio, mi carnal queretano, y varios meses de espera, incluido un tortuoso viernes laboral en medio de esta ciudad colapsada y caótica -atravesando entre taxis y vagones del metro-, por fin pude llegar al esférico y amorfo Palacio de los Deporte para verlos.

A la entrada del lugar ya me esperaban mis acompañantes, el Eleuterio, Franco-san mi hermano menor, el Gordo, y los novios, Benny y Lucía. Me sentí un poco culpable porque se habían perdido todo Anthrax por esperarme, aunque al final me confesaron que no les interesaba. Todavía alcanzamos a llegar a nuestros lugares con una última pieza de la banda estadounidense, a la que yo había tenido del gusto de escuchar la última vez que vi con vida a Mr. Kilmister.

Iron Maiden Mexico 2016 reseña

Cuando las luces se apagaron y la gente saltó de sus lugares como si tuvieran un resorte en las piernas, la profecía del Book of Souls parecía cumplirse. Maiden había llegado. Las primeras dos rolas que nos recetaron fueron “If Eternity should fail” y su primer sencillo de este disco, “Speed of Light”. Es impresionante la fuerza con que Iron Maiden sigue en pie a pesar de que los grandes consorcios y las radios no se dignan a mirarlos, siendo que, según rescata un texto de la revista Proceso, el nuevo disco de los ingleses debutó como el número uno en popularidad en 21 países alrededor del mundo. Una entrega musical con temas y estética que, como el vocalista Bruce Dickinson nos compartió en un momento de la velada, se relacionan con los mayas y otras culturas antiguas de Mesoamérica.

“Iron Maiden es de las pocas bandas donde me ha tocado ver que toda la gente corea todas las canciones sin falta, desde los clásicos hasta las más nuevas que no todos conocen aún”, me dijo el Eleuterio boy mientras observábamos a la gente gritando y levantando los puños hacia el techo de esa involuntariamente madmaxiana mexican Thunder dome.

Los ecos del Maiden clásico, del viejo The number of the beast (disco de 1982) surgieron en la tercera canción con “Children of the Damned”. Ese metal legendario de guitarras vibrantes resonó nuevamente dentro del Palacio, tantas veces consagrado por estos músicos paganos británicos. 

Dos cosas me dejaron pensando mientras escuchaba aquella entrañable canción en medio de tantos fieles seguidores del grupo; una fue el ver a muchos chavitos menores de 20 headbangeando sus pubertas cabelleras al ritmo de esta música que bien podría ser la de sus abuelos; otra cuestión fue la inmortalidad de Bruce Dickinson, quien en el 2015 había logrado librar de puro milagro un cáncer de lengua y ahora ya estaba ahí en el escenario con su inconfundible voz restituida, brincando y gritando de un lado a otro como un demente, como si tuviera menos de 30 años. La juventud de los dioses del metal no se acaba tan fácil, viejos pedorros duros de vencer, amo a la gente así.

Iron Maiden Mexico 2016 reseña

“Tears of a clown” sonó en el escenario, seguida de “The red and the balck”, ambas páginas del nuevo álbum y pequeños preámbulos antes de que este legendario grupo, fundado en 1975 por el bajista Steve Harris, iniciara su prometido viaje al pasado. “Llévanos al origen del tiempo”, grité al aire en medio de un solo de guitarra.

“The Trooooooper”, tronó la voz de un Bruce Dickinson ataviado como soldado inglés de finales del siglo XIX. El público enloqueció, algunos incluso iniciaron un pequeño Slam cerca del escenario. En su absoluta magia histriónica, casi teatral, con fuego real brotando del escenario, Iron Maiden es de las entidades privilegiadas que pueden blandir una bandera inglesa en otros países sin que esto parezca ofensivo; es parte del juego, del gran show que ellos representan.

Iron Maiden Mexico 2016 reseña

“Hallowed Be Thy Name” rugió desde una ficticia celda de calabozo desde la que Dickinson surgía cantando desde el corazón. En “Fear of the Dark” los solos de guitarra se extendieron y Dave Murray, Adrian Smith pero sobre todo Janick Gers bailaron como dementes, entre botargas o inflables gigantes de la mascota Eddie. Y mientras uno los miraba brincar en un esfuerzo por no dejar de ser los mismos de siempre, no era imposible sentirse menos joven que ellos, a pesar de estar en los plenos 30.

Cuando yo no lo esperaba, porque nunca reviso en Internet los setlist de las bandas, un clásico del primer álbum sonó como una tormenta, se trataba del tema que da vida a la banda: Iron Maiden. Pieza que en tiempos lejanos fuera interpretada por el primer vocal, el decadente y rudo Paul Di’anno. Al terminar la canción el grupo fingió como una dama coqueta, que finge retirarse al tocador para ponerse más atrevida, de igual forma Maiden se fue a sus camerinos pero todos sabíamos que aquello era parte del performance. La gente comenzó a corear, cantaban su nombre como si de una porra de fútbol se tratara y entonces las luces se apagaron de nuevo.

Iron Maiden Mexico 2016 reseña

"Woe to you, oh Earth and Sea, for the Devil sends the beast with wrath...", el intro de la bestia surgió de la oscuridad y el público mexicano comenzó a aullar de felicidad, el viejo amigo Huitzilobos había venido a saludar en son de paz desde las guitarras de Maiden. En el momento cúspide de la noche el 666 se hizo, presente, se trataba del himno clave de la banda, “The Number of the Beast”, una canción que alude al viejo tema de la profecía bíblica sobre el regreso del diablo. Mientras todos bailaban y cantaban, un enorme inflable demoniaco que escandalizaría a todas las buenas y abuelosas conciencias mexicanas, acompañó a los músicos durante el total de la canción.

“And if you're taking a walk through the garden of life, what do you think you'd expect you would see?”, sonó una fraternal pieza tomada del duodécimo álbum de Maiden, del año 2000 que marcó el regreso de los hijos pródigos Bruce Dickinson y Adrian Smith, después de una larga ausencia. “Blood Brothers” somos todos, le dijo Dickson a los asistentes que coreaban sin parar. Y todos nos abrazamos, el Ele, Franco Begbie y yo, incluso el Gordo, Benny y su chica Lucía se unieron a la celebración para corear a Maiden bajo la cúpula de la Nada.

El viaje al pasado se completó para cerrar la noche, los acordes al estilo Satriani de del último encore “Wasted years”, del disco Somewhere in time llegaron. La última fue una pieza que habla de seguir adelante y mirar hacia el futuro, mensaje que quizás sea el símbolo de la banda y de todos los que todavía creemos que el rock libre que se hace por gusto puede cambiar al mundo. El paraíso de los años dorados se ha derrumbado, pero los embajadores de otros tiempos siempre nos invitaran a reiniciar el recorrido y la búsqueda desde cero, desde la nada. ¿Qué pasaría si como Iron Maiden nos ha demostrado con casi 40 años en las escena rock, por una sola vez en la vida, la eternidad no fallara a quien la merece? ¿Qué pasaría?

Iron Maiden Mexico 2016 reseña

Por: @GregorioLywer

Fotos: Montserrat Castro

 

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